La educación, gracias a la
situación económico-social y sobre todo al apoyo de los humanistas, puede
experimentar un desarrollo, dejando de ser exclusiva de los altos estamentos y
de habitantes de ciudades. En la primera mitad del siglo XVI se abren multitud
de escuelas municipales que son encargadas a religiosos, y que suscitan un
interés de todas las clases por considerarla como un medio de promoción social.
En Inglaterra, por ejemplo, se abren escuelas de gramática, lo que permite la
afluencia de estudiantes a universidades como la de Oxford o Cambridge.
Mientras tanto España experimenta en este mismo siglo uno de los mayores
desarrollos a nivel educativo, un siglo en el que aparecen escuelas de
gramática, aumenta el número de universitarios y aparece un gran número de
colegios jesuíticos. Esto no fue más que el principio, ya que durante los
tres siglos de la Edad Moderna se produce una transferencia del aprendizaje del
hogar hacia las escuelas. Con el tiempo estas escuelas se convertirán en
escuelas de oficios, y las universidades y los colegios quedarán de nuevo más
restringidos.
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